sábado, 7 de septiembre de 2019

ATEMORIZAR LA TIERRA

Buscando los orígenes del ejército salvadoreño me encontré con esta joya literaria de la conquista española de Guatemala y El Salvador. Ni qué decir que todo lo que sabía de Pedro de Alvarado estaba equivocado. El libro dividido en tres capítulos y 175 páginas nos describe de manera clara y sencilla el proceso de la conquista Española en Guatemala y El Salvador, centrándose en la figura española que simboliza dicha conquista, la que fue brutal, prolongada y compleja como afirman sus autores.
Pedro de Alvarado, más que ningún otro actor, influenció la manera en que la conquista estaba destinada a desarrollarse, dejando detrás de sí un legado de opresión que ni siquiera su muerte podía borrar.
Con apenas 38 años de edad, Alvarado ya era un experimentado militar cuando recibió el encargo de conquistar Guatemala y El Salvador. Pero las actuales crónicas de su paso por nuestro país, dejan de lado y con creces todo lo que nos enseñaron en la escuela sobre ello. Esa versión romántica de la conquista, en que un pueblo avanzado civiliza a otro, para dar paso a una verdad cruel y traumática.
Se reexamina aquí, el papel de los Kaqchikeles como aliados del conquistado español como su rebelión y resistencia.
La conquista y la rebelión de los Kaqchikeles es retratada con crudeza, exponiendo a un despiadado conquistador, Alvarado, que no escatima infringir sufrimiento a los pueblos indígenas que se le oponen o a aquellos que le traicionan. Es una lástima que los autores no hayan entrado en el detalle de describir la organización militar de ambos contendientes pero sin lugar a dudas, su descripción de las batallas les dejara satisfechos.

Alvarado, como afirman los autores, llegó a la conclusión de que sólo mediante acciones "para atemorizar la tierra" podría subyugar a los K'iche's. Con esa finalidad, exigió "confesiones" de los gobernantes capturados y luego los mandó a quemar en la hoguera. Semejante antecedente cuando en mayo de 1524, Alvarado y sus huestes cruzaron a la tierra Pipil de lo que ahora es el occidente de El Salvador.
Y fue en Acaxual, lo que hoy se conoce como Acajutla que los salvadoreños se enfrentaron al conquistador, y fue en esa batalla, que una flecha indígena atravesó un a de sus piernas, dejándolo cojo de por vida. Ahí es también cuando nace uno de los mitos de la resistencia salvadoreña, la del jerarca Pipil que le planta combate, el jefe guerrero Atacat, que luego pasaría a nuestra historia como Atlacatl, mito que ha perdurado hasta nuestros días.
Una obra que no pueden perderse, sobre todo si les interesa la historia de los orígenes del Ejército salvadoreño.

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