domingo, 13 de septiembre de 2020

EL SUICIDIO DE LOS IMPERIOS

Este libro es parte de una serie dedicada a los grandes conflictos del siglo XX, la cual nunca pude completar, pero que me han ayudado a entender los grandes acontecimientos políticos y militares del siglo pasado, en los cuales, nuestro pequeño país se vio envuelto. Este número esta dedicado a las grandes batalles que se desarrollaron en el frente oriental durante la Primera Guerra Mundial, su autor, Alan Clark es un prolífico autor con varias obras sobre este mismo frente pero en la Segunda Guerra Mundial.

En seis capítulos y 128 páginas, la obra describe las principales batallas que enfrentaron al ejército alemán y Austro-húngaro (las potencias centrales) con el imperio Ruso del Zar Nicolás II, del que hemos hablado en la entrada anterior de este blog. Quizás rivalizado solo por los turcos, no había en la PMG un ejército tan mal preparado para la guerra como el ruso. Pese a su ingente número de soldados, su falta de artillería y el poco e inadecuado cuerpo de oficiales, constituyen uno de los fenómenos bélicos no muy estudiados en nuestros tiempos. Quizás, la revolución bolchevique de octubre de 1917 le robó la atención de los académicos occidentales, por eso, obras como la presente, aunque no muy profundas, se convierten en verdaderos aliados de su estudio.

Siempre me gustado cuando un autor empieza por describir el grado de apresto de los ejércitos contrincantes, una enseñanza que he adoptado en mis investigaciones, porque nos deja entrever las diferencias o similitudes en los ejércitos y dónde reside, realmente, la fortaleza y debilidad de los mismos. La descripción de las batallas que hace el autor, son sencillas pero detalladas en los aspectos principales y hacen un sumario del mando, hombrs y sus armas; tanto en su empleo táctico como en la psiquis de los que ejercen el mando.

Nosotros terminamos una guerra de 20 años y aún no hemos sido capaces de abordar las enseñanzas militares de tal enfrentamiento, ni mucho menos, escarbar en las interioridades de quienes ejercieron el mando en los campos de batalla. Por ello, esta obra merece ser leída por nuestros veteranos y animarles a escribir sus experiencias y no dejar pasar la oportunidad de compartir con nuestra sociedad sus recuerdos y enseñanzas.

Tannenberg, la ciudad de la Prusia Oriental que le dio nombre a la batalla que representó el inicio de una serie desastrosa de intervenciones militares rusas en este frente, es mi preferida, tanto por sus enseñanzas como por la brutalidad del enfrentamiento. Uno puede ver con nitidez lo importante de la geografía en una batalla y el disponer de un sistema logístico capaz y más rápido que el de tu enemigo. Aunque se piensa que la lucha en el frente oriental, fue una de material, es innegable que la psiquis de los comandantes jugo un papel importante en su desarrollo.

tanto Rennenkampf como el general Samsonov al comandar sus vastos ejércitos nos dejan enseñanzas sobre la función del mando en combate, y el papel clave, que puede jugar el mando estratégico u operativo en una guerra. La ofensiva del general Brusilov, última tentativa de Rusia por recuperar la iniciativa estratégica en la guerra, es mi otro capítulo favorito.

esta batalla marco definitivamente, no solo el fin del ejército zarista en la PGM, sino que significó el fin del imperio ruso y de la familia imperial, asesinados un año después. Las consecuencias desastrosas de esta batalla son un claro ejemplo de los efectos que a veces se producen en el orden político como consecuencia de la guerra. Llena de tantas enseñanzas, la campaña del este durante la PGM es digna de estudiarse por nuestros investigadores y entusiastas.

viernes, 11 de septiembre de 2020

LA NOCHE ROJA: EL TRÁGICO FIN DE NICOLÁS II Y SU FAMILIA

Nunca había leído una descripción tan completa del horrendo crimen del Zar Nicolás II y su familia imperial, ni tampoco esperé que el escudo imperial del águila bicefala volvería a ondear en la Rusia actual. Cómo ha pasado el tiempo y uno sigue sobrecogido por aquellos eventos que solo presagiaron una horrible pesadilla para la humanidad. El terror rojo se esparció por la Rusia imperial desde aquel octubre de 1917 y amenazó al mundo libre por 70 años. Pues bien, el inicio de la tiranía roja comenzó con el crimen de la familia Romanov en la pequeña ciudad de los urales, Ekaterinenburg, donde se encontraban bajo arresto domiciliar. Presos del temor de que la familia imperial fuera rescatada por los rusos blancos, las autoridades rojas decidieron ejecutar a la familia imperial.

103 años han pasado desde aquel suceso y es hasta hoy que leo con detenimiento la saga de tan triste historia. en 310 páginas, el autor, que viajo al lugar de los hechos para investigar el magnicidio más famoso de la historia inicial de la rusia comunista, nos presenta un relato apasionante y lleno de tantos detalles. Como investigador de la historia militar me he identificado con tal esfuerzo y conozco de primera mano las dificultades que se pasan cuando se indaga en asuntos escabrosos o bochornosos.

Sin muchos preámbulos, el autor aborda el contexto en que el Zar Nicolás y su familia debieron cumplir su arresto domiciliario en Ekaterinenburg, en la casa Ipatiev, última residencia de la desdichada familia. Nos describe los días y noches de las 4 jóvenes hijas del Zar, su percepción de un triste final sin dejar de tener esperanzas, la agonía del único hijo varón del Zar, aumentada por la enfermedad que le aquejaba desde niño. Lo que no hay es una descripción de la personalidad del Zar y su esposa, de su triste y mal logrado gobierno, la persecución y el terror que bajo su régimen, campeo por toda Rusia.




No, solo la vaguedad de un Nicolás taciturno bajo el peso de las circunstancias, nada combativo y lleno de resignación, casi la visión de un cordero enviado al matadero, lo sabe pero no lo asume, en el ser humano siempre hay una tenue esperanza para todo.

La obra es sumamente detallada, incluye varios croquis de la casa de arresto y una serie de fotos sobre la familia, tomadas cuando ya estaban bajo arresto, no son inéditas pero es por primera vez que las veo. Me interesó sobre manera, el capítulo dedicado a los guardias de seguridad, los más cercanos a la familia. Su descripción no es diferente a la de otros seres en circunstancias similares, algunos embrutecidos por el poder, otros que debido a ese poder, dejaron aflorar sus sentimientos más oscuros y reprimidos, el aspecto mundano del trato a la mujer y la psiquis del comportamiento y arrepentimiento  o no, del crimen cometido.

El libro se publicó en 1928, y pese al tiempo transcurrido, aun mantiene la atención del lector y estruja el corazón conforme se introduce uno en la lectura de las vicisitudes de la familia Romanov. Lo que más me golpeo, fue el final. Desmembrar unos cuerpos inertes, destruirlos en ácido y luego quemar sus restos no es algo digno del ser humano y revuelve los sentidos del más fuerte. Pero la nota final no la escribieron los comisarios rojos, para su dolor, fue el hombre que puso fin a la tiranía del Partido comunista en la Rusia moderna, Boris Yeltzin, el que restauró el símbolo imperial del águila bicéfala como escudo de la nueva Rusia.

Es un libro que no se puede dejar de leer.