lunes, 6 de diciembre de 2021

FÉNIX EN EL SALVADOR: INTERVENCIÓN, CONTROL Y REPRESIÓN QUE RENACE DE LAS CENIZAS 1980-1992

He leído un nuevo trabajo sobre la guerra salvadoreña, centrado en una de sus operaciones poco conocida, me refiero a la Operación Fénix, realizada en enero de 1986. Creí sinceramente que la autora, al recibir un amplio apoyo en el país, incluido el nuestro, arrojaría luz sobre una de las operaciones COIN más importantes y exitosa realizadas por la FAES, pero he quedado hondamente decepcionado.

Estudié formalmente 4 años en la Escuela Militar salvadoreña, fui entrenado en dos cursos en los EUA, y fui instructor en muchos cursos de contrainsurgencia o de combate durante 1985-1992, así como oficial de entrenamiento en el Batallón Atlacatl y nunca recibí o impartí entrenamiento que tuviese que ver con “terrorismo de Estado” como asegura la autora, Shaiene de Carvalho Silva en las primeras páginas de su trabajo refiriéndose al entrenamiento de los estadounidenses a nuestro ejército. Creo que limitarnos a repetir lo que ya se ha escrito sobre la guerra salvadoreña desde la óptica de los grupos armados ilegales marxistas, no aporta nada nuevo al debate sobre dicho conflicto.

Los autores sudamericanos siguen afirmando, nuestra autora se suma a esa corriente, que la FAES utilizó bombas de Napalm y fosforo blanco en sus operaciones COIN. Ya he afirmado en mis estudios, que sólo hubo tres operaciones en las que se usaron bombas de Napalm, dos de las cuales he documentado y la tercera, hasta ahora desconocida.

En cuanto al uso de fosforo blanco, las aeronaves de reconocimiento de la FAS utilizaban cohetes de 2.75” para marcar las posiciones enemigas a ser atacadas. Estos cohetes contenían fosforo blanco que emite una humareda más densa y blanca, ideal para ser divisada por los pilotos de caza. Pero de eso a afirmar que se usaron bombas de fosforo blanco, es afirmar datos sin mayor investigación y una falta de conocimiento técnico evidente.

Otra afirmación recurrente en éste trabajo, es la afirmación que el Batallón Atlacatl fue entrenado en Panamá (Escuela de las Américas) y en los EUA (Fort Benning). Está bien documentado que dicha unidad fue entrenada en suelo patrio, en las instalaciones que después serían su cuartel general, en el Sitio del Niño.

Además, repite lo que otros han escrito, sobre que la base aérea de Palmerona en Honduras sirvió para entrenar a los militares y escuadrones de la muerte salvadoreños. Debo decir que los salvadoreños del ejército Nacional fueron entrenados en el CREM, en la costa Atlántica hondureña (hasta 1984, fecha en que dicho centro fue cerrado).

Otra evidente falta de investigación, es su afirmación, que viene de otra sudamericana de la que ya hemos hablado en este Blog (Lucresia Molinari), sobre el supuesto incremento de los contactos salvadoreños y argentinos después del Golpe de Estado del 15 de octubre de 1979. Basada esta afirmación en la llegada a Argentina del Secretario de Comunicaciones salvadoreño, Cnel. Flores Lima a la Argentina quién apoyaba una postura más dura contra la subversión. Se les olvidó a estos autores que luego del Golpe, Flores Lima fue destituido de su cargo y enviado como agregado militar a otro país. Y que la Primera Junta Revolucionaria de Gobierno no fue muy receptiva de los ofrecimientos de ayuda militar Argentina, de la que, en principio solo se aceptó la de enviar oficiales a entrenarse en sus escuelas militares.

Luego afirma que las masacres en El Salvador comenzaron a disminuir en el país como consecuencia del retiro de los asesores argentinos debido a la guerra de las Malvinas en 1982. Esta disminución de las acusaciones del maltrato a la población civil, es consecuencia lógica del programa de educación creado por los asesores norteamericanos y la separación, procesamiento y encarcelamiento de miembros de la FAES que participaron de ellos, como ya lo he publicado en mis investigaciones.

En la misma tónica esta la afirmación utilizada en su investigación, por un ex–guerrillero de la RN, quién afirma que, de 1983 hacia atrás, los supuestos asesores argentinos y chilenos conducían la guerra de contrainsurgencia. De dónde sacan u obtiene tantas mentiras, no lo sé. Repito, aquí nunca tuvimos oficiales argentinos o chilenos como asesores. Si tuvimos una misión de chilenos como profesores en la Escuela de Comando y Estado Mayor (anterior CEFA).


Sobre el Libro Blanco, publicado en 1981 por el gobierno estadounidense donde se recrea, a partir de documentos confiscados a la guerrilla, el viaje a países de la órbita soviética para la consecución de armas para su fracasada Ofensiva Final, del 10 de enero de 1981, pues ya se ha dicho casi todo, los mismos jefes rebeldes han publicado sus memorias dando razón al Libro Blanco. Un recuento completo de este documento y sus fuentes lo he publicado en mi libro LA OFENSIVA FINAL.

Pero la afirmación que más me intriga, de la autora, es “Fénix en su versión salvadoreña”. A la cual llama así porque sus antecedentes fueron forjados en otros puntos del mundo, entre ellos la guerra de Vietnam y se extendió por toda CA y cristalizó en El Salvador. Estas afirmaciones están mezcladas con su descripción del terrorismo de Estado practicado supuestamente en la operación Fénix salvadoreña:

“La implementación de la Operación Fénix resulta en lo que se denomina Terrorismo de Estado, por las características que lo componen, como las acciones de los agentes. Los funcionarios estatales que actúan de manera encubierta practican lo que se denomina “Guerra Sucia”, sin respetar ningún principio de derechos nacionales constitucionalmente establecidos o por tratados internacionales de guerra, ni la preservación de la dignidad humana.”

La base de sus afirmaciones son lo que ya conocemos que se ha escrito sobre el conflicto salvadoreño por la izquierda marxista, no hay nada nuevo aportada por la autora. Una gran pérdida de tiempo y recursos, pues tuvo la oportunidad de arrojar luz sobre una operación militar envuelta en la neblina y desconocida hasta hoy.

El capítulo más importante (al menos así lo esperaba) del trabajo de la autora es el referido a entender el Modus Operandi de la operación Fénix en El Salvador. Estableciendo el camino y transformación de las mismas desde las guerras en Vietnam y Argelia, sus tácticas y estrategias, ahora perfeccionadas y consolidadas como un nuevo programa para combatir la insurgencia salvadoreña.

Pero, no encontré nada de eso en dicho capítulo, solo referencias a Fénix en Vietnam y la guerra urbana en Argelia con los franceses. La poca descripción de la Fénix salvadoreña se limita a describir un documento sobre las operaciones psicológicas y de acción cívica-militar implementadas por los salvadoreños en el país, sin referirse en particular a la operación Fénix. Es decir, a partir de generalidades, la autora quiere reconstruir una operación militar, la más grande intentada por la FAES en 1986, que finalizó en 1987 con una victoria militar. Nada de lo cual cuenta la autora, el desarrollo de los eventos, las acciones militares, el tipo de operaciones realizadas, y un largo etc., etc., están ausentes.

Lastimosamente, no hay nada que nos describa en detalle y profundidad la operación Fénix, creo que tendremos que esperar varios años para que se publique tal recuento. Es una lástima ya que la autora tuvo acceso privilegiado a documentos y entrevistas de combatientes y militares que le dieron la oportunidad de hacer una verdadera investigación y no solo refrendar o repetir los discursos de la izquierda marxista.

Y para colmo, afirma que una de las similitudes de Fénix en Vietnam con Fénix El Salvador es la organización de las patrullas de reconocimiento de Alcance Largo (PRAL) salvadoreñas como las Unidades de Reconocimiento de Provincia (PRU) vietnamitas. Que error, confundir una unidad de acción estratégica como la PRAL con las unidades de reconocimiento de nivel de Provincia en Vietnam, que cuando mucho pueden se catalogadas como tácticas o de nivel operativo (como las unidades de RECONDO en las brigadas y destacamentos de la FAES). No hay duda que, pese al apoyo provista en su investigación, continúo repitiendo los clichés de la izquierda.

Amigos, si traen una concepción de nuestra guerra y solo buscan información para corroborar sus puntos de vista, como ha hecho la autora en cuestión, solo dejan un rastro de manipulación y odio, un sin sentido que deberíamos dejar a un lado para arrojar luz en uno de los conflictos más prolongados y sangrientos que vivió nuestro continente.