viernes, 11 de enero de 2013

EL TRASIEGO DE ARMAS PARA LA OFENSIVA FINAL II



La “ofensiva final” fue aplazada para el 10 de enero de 1981 debido a problemas en la organización, el entrenamiento y la escasez de armas en los diferentes frentes de guerra del FMLN. Los últimos envíos de armas arribaron precisamente en diciembre de 1980. Con todo, la famosa “ofensiva final” fue un fracaso militar en todo el país. En el frente Paracentral, las columnas guerrilleras fueron derrotadas a las puertas del cuartel de ingenieros militares el mismo día de la ofensiva. Sin embargo el DOE (Dirección de Operaciones Especiales) cubano aceleró el envío de más armas y municiones, y es así como el 25 de enero estaba programada una entrega aérea en las cercanías de la zona costera del departamento de Zacatecoluca, específicamente en la hacienda La Sabana, al sur del Cantón y Caserío Las Anonas. 


Una entrega fallida
La madrugada del día 25, se hizo el vuelo hasta la hacienda La Sabana con los pertrechos, las armas y las municiones, pero al intentar despegar, la nave sufrió desperfectos mecánicos y tuvo que aterrizar de emergencia resultando sus dos pilotos heridos, se llamó por ayuda a Managua y se decidió el envío de una segunda aeronave para rescatar a la tripulación herida. El avión matricula TY-ALV fue visto por campesinos de la zona a eso de las seis de la mañana cuando sobre volaba los cantones inmediatos al Puente de Oro, y desde una altura aproximada a los 3 mil pies comenzó a lanzar bultos en paracaídas. Los habitantes de la zona avisaron de inmediato a los cuerpos de seguridad que tenían puestos en el puente, quienes dieron aviso al Ministerio de la Defensa y este a la FAS (Fuerza Aérea Salvadoreña); entonces se organizó la operación de búsqueda e interceptación.

En la sala de operaciones de la FAS se reunen el comandante del Primer Escuadrón Aerotransportado, capitán Luis Mariano Turcios, el piloto de uno de los aviones de ataque ligero Fouga Magíster, cuyo Co-piloto era el Teniente Rodríguez Hurtado, y el comandante de la FAS, coronel Rafael Bustillo, todos reciben el informe preliminar de la situación. La operación consistiría en el vuelo de reconocimiento armado de un Fouga, y el alistamiento de un pelotón de paracaidistas en un bimotor de transporte Arava para ser enviados en caso necesario.

Temprano, en la mañana, a las 0540 horas, el Fouga despegó de la pista principal de Ilopango y en cuestión de minutos se encontraba sobre volando la cabecera de la pista en la Hacienda La Sabana. Para sorpresa de todos, un bimotor no identificado que minutos después de lanzar el cargamento, había aterrizado, fue sorpresivamente interceptado cuando realizaba maniobras para despegar.

El Fouga hace una picada y ametralla la aeronave para impedir su huida, pero el piloto del bimotor no hace caso a la advertencia y carretea por la pista; entonces el Fouga le lanza  dos bombas de 100 libras sobre la pista y ametralla la aeronave alcanzándola en el fuselaje y las alas sin destruirlo totalmente. El piloto, creyendo que lo iban a matar, deja el avión abandonado y huye al norte de la pista.

De Ilopango, el coronel Rafael Bustillo despegó en los mandos de un helicóptero SA-315B Lama, apodado “huesos” por la guerrilla, en atención a que la estructura de la cola estaba construida de secciones metálicas sin revestimiento o cubierta alguna. En la rampa, el pelotón de 22 paracaidistas abordó el Arava y al poco tiempo, exactamente a las 0600 horas, llegaron a la zona de salto.

El mercenario costarricense Talavera


La captura del mercenario
El Capitán Turcios dio las últimas indicaciones y desde una altura de 600 pies (300 metros) saltaron sobre la pista realizando el primer salto de combate en la historia de los paracaidistas salvadoreños.  Los saltos en los cursos de paracaidistas se hacen a 1,250 pies, los saltos no tácticos administrativos cuando hay maniobras se hacen a 800 pies, y los saltos de combates se hacen a 500-600 pies de altura. A esta altura hay más riesgo para el paracaidista ya que ni siquiera se lleva la reserva por el poco tiempo con el que cuenta para llegar a tierra. 

Al llegar a tierra y debido a la rapidez con que se ejecutaban la operación, se dejaron 5 hombres para recuperar el equipo y los demás se dividieron en pequeñas patrullas para continuar con el rastreo. Sobre la pista se encontró intacta la carga que horas antes había sido lanzada y que las guerrillas aún no habían tenido tiempo de recoger. La carga principal consistía de 33 fusiles Fal, dos paracaídas de carga, más de 9 mil cartuchos y otros pertrechos de guerra. Las patrullas de los paracaidistas se desplegaron por la zona para dar caza a los rebeldes y al piloto mercenario. Como a 3 kilómetros al norte de la pista, al rastrear la zona, pasaron por una casa de un poblado cercano en cuyo corredor había un horno casero para hacer pan.

Un Sub-sargento al mando de una de las patrullas pasa frente a dicho horno y para revisarlo mete la trompetilla de su fusil G-3 en la puerta del horno y en ese momento alguien grita desde adentro que no disparasen. Al salir, los paracaidistas descubren que era el piloto de la aeronave mercenaria y fue identificado como costarricense. Se informó al Estado Mayor General y una patrulla del Destacamento de Ingenieros lo llegó a recoger y luego fue enviado a Ilopango.

Julio Santiago Romero Talavera, el piloto costarricense capturado declaró haber sido contratado para volar misiones de abastecimiento para la guerrilla salvadoreña; posteriormente fue juzgado y condenado por los tribunales salvadoreños. Con este piloto costarricense compartió celda Orlando Tardencilla, ex-oficial del EPS que fue enviado a El Salvador para reforzar militarmente a la guerrilla salvadoreña, bajo la bandera del “internacionalismo proletario”.
En 1985, el piloto mercenario fue puesto en libertad gracias a la amnistía otorgada por el gobierno salvadoreño junto a varios rebeldes capturados, como requisito previo para que la guerrilla salvadoreña pusiera en libertad a Inés Duarte, hija del Presidente Napoleón Duarte, quién para ese momento se encontraba secuestrada por los comandos guerrilleros.

El 25 de octubre de 1985, un grupo de 100 guerrilleros salvadoreños liberados llegaron a Cuba, mientras otros 18 prefirieron quedarse en El Salvador y fueron entregados a la guerrilla. Los 100 rebeldes liberados por el gobierno del Presidente Duarte a cambio de su hija, una amiga de ésta y 33 funcionarios y alcaldes del gobierno llegaron a La Habana, después de haber pasado 70 de ellos por México y otros 30 por Panamá. El piloto de avión costarricense Julio Romero Talavera, fue entregado a la Embajada de Costa Rica en El Salvador. El puente aéreo continuaría casi hasta el final de la guerra.