jueves, 26 de abril de 2018

THE SALVADORAN CRUCIBLE, The failure of US Counterinsurgency in El Salvador, 1979-1992


Era un libro que esperaba con mucho entusiasmo, sobre todo porque había ayudado a su autor con la investigación aquí en El Salvador. Creí que muchos clichés y propaganda de la época de la guerra habían sido suficientemente despejados y aclarados para no encontrarlos en un trabajo serio sobre la guerra en El Salvador, es una lástima que la presente obra este plagada de ellos. Quizás el mayor error del autor ha sido no haber contrastado las fuentes que forman parte de sus argumentos y haber presentado al lector, una serie de ellos enteramente negativos para justificar sus críticas a la estrategia y tácticas contrainsurgentes ejecutadas por EUA, primero en El Salvador y luego en su guerra en Irak.
Hay cuestiones en la obra que son parte de una reconstrucción de una realidad (la doctrina de contrainsurgencia estadounidense). En ella, el autor construye sus hipótesis a partir de los datos que nos va proporcionando a lo largo de la lectura. El problema se da cuando estas construcciones están fundadas en datos erróneos o equivocados, porque entonces, las conclusiones o afirmaciones del autor también son erróneas o equivocadas. Veamos algunas de ellas.
El primer gran error del autor es confundir las organizaciones de unidades militares para fines especiales en los conflictos de Filipinas, Bolivia y El Salvador, agrupándolas a todas ellas como unidades especiales, organizadas, entrenadas y equipadas para perseguir, interrogar y matar a los insurgentes. El caso Filipino es el claro ejemplo de unidades de Fuerzas Especiales cuya misión se realiza tras las líneas enemigas, en territorio controlado por él. Son unidades pequeñas, rápidas, bien armadas y con una continua red de inteligencia que les provee la información que les permite golpear al enemigo.

El caso boliviano es, por otro lado, el caso de las unidades de infantería con entrenamiento especial, ligeras, con poco armamento pesado y generalmente organizadas a nivel batallón, llamados Comandos, Ranger, etc., estas unidades pueden operar en la retaguardia enemiga por periodos muy limitados, pues dependen enteramente del abastecimiento orgánico de unidades mayores a las cuales están asignadas para apoyarlas; más comúnmente cumplen misiones de apoyo a operaciones que involucran a otras unidades mayores.
Y en el caso salvadoreño, fueron unidades pequeñas que operando en la profundidad del territorio enemigo, proveyeron la inteligencia necesaria para levantar su orden de batalla en X zona o dirigir sobre blancos enemigos el fuego de la artillería o el de ataques aéreos de oportunidad, por lo que no son unidades de combate, su principal misión es la del reconocimiento estratégico.
El autor hace un esfuerzo por conectar, en el caso salvadoreño, el aparecimiento de las unidades PRAL (Patrullas de Reconocimiento de Alcance Largo) con la previa experiencia norteamericana al crear unidades encubiertas sudvietnamitas que luego desarrollarían el Plan Fénix. Un vasto intento por eliminar la organización subterránea del Vietcong. Solo dos años después de la creación de las PRAL, la FAES (Fuerza Armada de El Salvador) organizaría las patrullas HACHA, que explotarían insitu la inteligencia obtenida por las PRAL. Un esquema de acción muy diferente al de las unidades encubiertas sudvietnamitas.
El otro fundamente de la teoría del autor, es que considera a la FAES organizadora y promotora de los Escuadrones de la Muerte que ejecutaron a muchos rebeldes o a sus simpatizantes, así como a ciudadanos que no tenían nada que ver con las guerrillas. Incluso afirma que fueron los Boinas Verdes los que organizaron ANSESAL (Agencia Nacional de Seguridad de El Salvador) en el país. Una agencia de inteligencia, que según él, llegó a contar con miles de operadores (orejas les llama) y que fueron la estructura Paramilitar que sustentó la operatividad de los Escuadrones de la Muerte.
El autor en realidad, lo que ha hecho es confundir la historia, organización y funciones de estos organismos, repitiendo los estribillos que la izquierda afirmó a lo largo de todo el conflicto, ni siquiera se molesto en corroborar estos datos. ANSESAL, si era una agencia de inteligencia al servicio de la Presidencia de la República pero en modo alguno era una agencia operativa o con capacidades operativas como lo son la CIA u otras agencias de este tipo; quizás se parecería más a la DIA (Defense Intelligence Agency) estadounidense, pues su función era el procesamiento de la información recolectada por otros entes del gobierno. En otras palabras, el análisis de la información. Para 1979, cuando se ordenó su desmovilización, la agencia tenías unos totales que no excedían los 15 analistas, incluyendo a dos oficiales.
ORDEN (Organización Democrática Nacionalista), por el contrario era una organización sin estructura orgánica compleja pero cuya misión no era solamente la recolección de información. Concebida como un organismo que le permitía al gobierno continuar el contacto con aquellos campesinos que habían cumplido con su año de servicio militar obligatorio, obteniendo de ellos información y recursos movilizables en caso de emergencia o desastres naturales a cambio de ser los principales beneficiarios de los programas de ayuda gubernamentales en el campo.
La información obtenida por estas personas, era trasladada a los comandantes locales de los municipios, que pertenecían al Servicio Territorial (ST), quienes semanalmente tenían la obligación de acudir a los cuarteles más cercanos de la Guardia Nacional para rendir el consolidado de sus informes, pues era el Jefe de la Guardia Nacional, la cabeza de ORDEN. Luego, esta información, junto a otras, era trasladada a ANSESAL para su procesamiento. Y ANSESAL nunca fue organizada, ni entrenada por equipos de Boinas Verdes como afirma el autor.
Otro punto álgido, es la vinculación que hace el autor al entrenamiento proporcionado por los EUA al Ejército salvadoreño en la Escuela de las Américas, llegando a afirmar que desde los años sesentas, se dió entrenamiento en operaciones de inteligencia, interrogatorios de prisioneros, operaciones psicológicas y otras similares; y que los graduados de estos cursos utilizaron sus nuevas destrezas en la tortura y ejecución del "enemigo interno". El problema de esta afirmación es que los servicios de inteligencia del Ejército salvadoreño fueron organizados hacia 1984. En los años anteriores, los oficiales que atendieron estos cursos en la Escuela de las Américas, recibían una formación sobre la doctrina de inteligencia de un Ejército Regular.
Esta especialización nunca dio como resultado, la organización de unidades de inteligencia como era común en otros ejércitos. La razón de ello, es que los Presidentes salvadoreños decidieron depender exclusivamente de los órganos de inteligencia de sus Cuerpos de de Seguridad Pública. De hecho, fueron estos cuerpos los que libraron los primeros años de la guerra contra los subversivos (1972-1980). El otro problema de la anterior afirmación, es que el mayor porcentaje de la enseñanza dada en la Escuela de las Américas era referida a una guerra regular. Aunque la victoria de Fidel Castro en Cuba, en 1959 originó cambios en el pensum de la Escuela, lo que realmente se hizo fue enseñar el uso de las técnicas básicas de la infantería en ambientes de contrainsurgencia.
Ese es el meollo del asunto. Cuando hablamos del énfasis que dio el US Army al entrenamiento COIN, no es que se dejo de dar el entrenamiento de guerra regular, sino que ahora, se enseñaba el uso de estas destrezas en los ambientes de operaciones COIN, así por ejemplo, los cursos de paracaidistas, comandos y fuerzas especiales se agregaron para desarrollar destrezas que sirvieran como multiplicadores de combate y no para entrenar unidades de éste tipo. En El Salvador, la primera unidad de Paracaidistas se formó en 1962, la Compañía de Comandos en 1975 y la PRAL hasta 1982.
Para finalizar este punto, diré que personalmente asistí a dos cursos en la Escuela de las Américas, el curso OCS (Escuela de Candidatos para Oficiales) y el curso Ranger. En ninguno de ellos se nos dio un "Pesado adoctrinamiento" como afirma el autor o se nos habló de  "UN ENEMIGO INTERNO", mucho menos de identificar a estudiantes, trabajadores, panaderos u otros como enemigos del Estado. Tampoco somos ingenuos al no considerar que otros tipos de entrenamientos eran servidos por otras agencias estatales norteamericanas como la CIA, pero estas agencias no eran las encargadas del entrenamiento del Ejército Regular salvadoreño.
Realmente éste no es el lugar para detallar todos los errores de la obra. Debemos leer el libro?. Honestamente creo que sí. La obra  de 5 capítulos y 253 páginas, tiene dos valores importantes. El primero es que sigue llamando la atención sobre el Conflicto Interno salvadoreño, generando nuevas discusiones sobre el mismo en la comunidad académica y el segundo, es el valor de las fuentes documentales citadas para los investigadores e interesados en esta guerra.
Por último, pretender que una de las experiencias obtenidas por el Ejército estadounidense en su campaña COIN en El Salvador fue la creación de "Escuadrones de la Muerte", como asegura el autor, y llevar esta supuesta estrategia a la realidad de Irak durante la segunda guerra (2003) que libró dicho Ejército, es basar tal afirmación en un precepto enteramente erróneo como se ha demostrado.
Para mayores detalles sobre ANSESAL, los oragnismos de inteligencia de los Cuerpos de Seguridad Pública y el ST salvadoreño ir a:

No hay comentarios:

Publicar un comentario