sábado, 7 de abril de 2018

STALIN Y LOS VERDUGOS


La más profunda y esclarecedora historia de uno de los tiranos rojos más completa hasta el momento, el autor no solo ha dejado constancia de la vida del otrora amo y señor de la vida en la URSS, sino de su entorno y de aquellos serviles que le ayudaron a erigirse en el dictador rojo más sanguinario que recuerda la historia reciente de Rusia. Es la descripción de una época y de los revolucionarios rusos que se erigieron en dictadores y que condenaron a la muerte a millones de los suyos, en su afán insatisfecho de alcanzar y mantener el poder.
 El autor nos lleva a las entrañas de los rasgos que caracterizaron el ascenso de Stalin al poder: la convicción de que tenía la misión de gobernar, un agudo sentido de la oportunidad y la profunda perspicacia para indagar en las motivaciones de los demás y la habilidad de un hipnotizador para manipularlos. desde sus inicios (noviembre de 1917) los revolucionarios de Lenín, abrumados por la hostilidad a su alrededor, decidieron crear un organismo que les defendiese de todos su enemigos políticos, de clase y cualquiera que se interpusiera en su camino. La Cheka (Comisión extraordinaria para combatir la contrarrevolución y el sabotaje fue el instrumento perfecto y una vez muerto Lenín, coadyudaría al ascenso de Stalin al poder.


El poder de ajusticiar a cualquier ciudadano caído en poder de la Cheka, mediante su fusilamiento, sin previo juicio o proceso alguno, sería uno de los rasgos más sobresalientes que los partidos comunistas en el mundo, y el PC salvadoreño no sería la excepción, sus purgas internas y su crueldad a la hora de encarar a sus declarados enemigos de clase: los intelectuales, los empresarios, los campesinos, etc., han dejado una estela de horror alrededor del mundo.
Cuando los comunistas dicen que hay que acabar con sus enemigos de clase, no se refieren a otra cosa que el asesinato, masivo como fue practicado en un inicio en la nueva patria del proletariado, o selectivo cuando se trataba de lidiar con la oposición en el extranjero. Ni el ejército Rojo de salvo de ser vigilado, amedrentado y purgado por los hombres de la Cheka, la mayoría asesinos consumados al servicio de sus nuevos amos. Se creo un servicio de contra-espionaje dentro del ejército y se introdujo la figura del comisario, hasta el nivel de pelotón para mantener a raya cualquier asomo de iniciativa o crítica contra el partido, todo lo cual se pagaba con el fusilamiento.
Cuanto los fusilados alcanzaron las cifras de miles de miles, las balas se volvieron más caras y fue necesario ingeniárselas para asesinar a miles de nuevos enemigos del estado. Casos donde embarcaciones repletas de prisioneros fueron hundidas en los lagos y ríos a todo lo largo del país, luego de implemento la terrible idea de obtener de estos condenados, beneficio0s para el partido, fue el inicio de los campos de concentración o Gulag como se les llamó.
Millones de personas fueron deportados a estos campos y obligados a trabajar en grandes proyectos de construcción, en las áreas más remotas e inhóspitas del país, hasta donde dieran sus fuerzas. La defunción de miles de estos prisioneros no importaba, cada año se volvían a llenar los campos. Para Stalin y sus lugartenientes, tener educación, haberse graduado de las universidades o peor aún, haber estudiado en el extranjero era un pecado capital que solo podía expurgarse con la muerte. Una a una, la crema y nata de los intelectuales rusos, de sus científicos, de sus ingenieros, de sus militares de carrera, de sus periodistas, escritores, etc., debieron enfrentar los campos de muerte, la tortura, el pelotón de fusilamiento o la vida en total olvido en las regiones árticas o más alejadas del país, sin poder huir, confinados a miserables vidas, la mayoría, muertos por desnutrición y enfermedades.
Son 618 páginas que nos llevan por éste cementerio en que se convirtió+o la URSS de Stalin. Son estadísticas tras estadísticas que por momentos abruman al lector, se vuelve pesado de seguir pero es necesario leerlo todo. Solo así es comprensible la formación dada a los comunistas salvadoreñas.Cuando sus funcionarios en la actualidad o en el pasado han hablado de aplastar a sus enemigos de clase, están hablando de matarlos, sin miramientos y no importa si son compañeros, pero aún, la traición solo tiene como castigo la muerte.
Basta con recordar los centenares de ajusticiados en la FPL, en el Frente Paracentral para recordar que con los comunistas no se juega, quienes hoy les estrechan la mano, son los futuros fusilados. En su concepción, el partido nunca puede equivocarse, son los burgueses, los periodistas, los empleados públicos, los únicos responsables de que el pueblo no los quiera. Sus dirigentes son una especie de Santos, de todo poderosos incapaces de equivocarse.
Solompara ejemplificar, diremos que en 1918, fueron fusiladas 12,000 personas, en 1919 se asesinó a todos los Boy Scouts acusados de contrarevolucionarios y en 1921 se fusiló a 9,701, mientras que 21,724 fueron enviadas a campos de concentración. Y por si alguién tiene dudas aún, entre 1944 y 1945 fueron ejecutados 200,000 ucranianos, bielorusos y polacos. Nadie se salvo del terror rojo de aquellos años.
Éste es un libro que debería ser lectura obligatoria desde el bachillerato y ningún universitario debía graduarse sin antes leerlo. Los miles de campesinos salvadoreños, que vistiendo el uniforme del ejército los enfrentaron y detuvieron en nuestra cruenta guerra, merecen un reconocimiento de héroes, solamente a ellos debemos no haber acabado en una hoguera de inmundicia, de dolor, de sangre y sufrimiento. Ahora entiendo cuanto le debemos a nuestros soldados.
Amigos, la obra es imperdible, necesaria y obligada de leer, creanme, su conciencia se los agradecerá por siempre.

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