lunes, 31 de agosto de 2020

EL SALVADOR EN TRANSICIÓN

 


Este es un libro que me costó mucho leer, el autor no se aparta de la línea ya trazada por otros autores enamorados de la izquierda marxista y su historia en El Salvador, el guión sobre el imperialismo estadounidense y los héroes revolucionarios que desafían a Goliat. En ocho capítulos y 270 páginas, su autor nos introduce al consabido discurso de la izquierda académica sobre el origen de los males en El Salvador, algunos puntos, sin embargo, me parecen importantes para mencionarlos aquí.

El primer gran error de la obra es confundir el sistema de tandas en las Fuerzas Armadas con la conformación de los oficiales por su origen profesional y por su edad. esta confusión deviene de la ignorancia sobre la conformación y funcionamiento del ejército, sobre todo, en sus cuadros de oficiales. S i queremos hablar de oficiales jóvenes, la llamada "Juventud militar", entonces debemos separar a la oficialidad por su edad cronológica o de servicio, digamos que entonces la FA se divide entre los oficiales con 12 años de servicio (Subtenientes, Tenientes y capitanes), y los oficiales con 20 o más años de servicio (mayores, teniente coroneles y coroneles).

Si hablamos de la oficialidad por el origen académico, es decir, sobre aquellos graduados en una Academia Militar y los provenientes del servicio de fila. y si hablamos de tandas, debemos referirnos apropiadamente a las clases o promociones de graduados de la Academia Militar según su fecha de graduación como subtenientes. Esto es algo que no entendió el autor y por eso hace una mescolanza que tiende a confundir al lector.

En otra apartado de la obra, el autor señala al Coronel Humberto Romero como un experto en contraguerrilla, sin mencionar los datos que le permiten llegar a esta conclusión. El Coronel Romero, es un oficial cuyos estudios superiores los realizó en la Escuela de Guerra de México, además fue un oficial de caballería (de sangre) tradicional. No posee estudios o cursos sobre la contrainsurgencia o de contraguerrilla. Antes de ser electo Presidente del país en 1977, fue Ministro de Defensa en el gobierno del Presidente Molina. Ni como Ministro de Defensa, ni como Presidente, mostró algún tipo de entendimiento de la lucha contrainsurgente, ni mucho menos, la asumió como una realidad en el país.

Otro error característico es confundir ORDEN con una organización armada que junto con ANSESAL constituyeron organismos para masacrar al campesinado. ORDEN fue una organización cívica, formada por civiles (campesinos) cuya función era trasladar al campo, la formación de valores cívicos y nacionalistas como una forma de contrarrestar la propaganda subversiva. Con el tiempo, fueron los reservistas del ejército y cuerpos de seguridad los que se afiliaron a este organismo, pero hasta este momento, no existe un dato fidedigno sobre la proporción de reservistas o civiles afiliados a este organismo, por lo que no se puede afirmar que fuera un organismo formado por reservistas enteramente.

Con ANSESAL pasa otro tanto. A esta oficina de análisis de inteligencia se le confunde con un organismo operativo de inteligencia que tenía bajo sus ordenes a los servicios de inteligencia del ejército y de los cuerpos de seguridad, algo totalmente equivocado. ANSESAL siempre fue una agencia de análisis de la información, nunca tuvo los medios, ni le era requerido, contar con agentes de recolección de información o de acción directa, al estilo del Mossad israelí o la CIA estadounidense. Sus efectivos nunca pasaron de una veintena de analistas.

El otro tema que quiero mencionar es el referido a las organizaciones de masas de la izquierda que proliferaron en los años setenta. El autor afirma que tales organizaciones no estaban vinculadas orgánicamente con los grupos armados ilegales. Bueno, después de docenas de entrevistas con muchos de los líderes rebeldes sobrevivientes, después de la guerra, he logrado descubrir que cada organización subversiva poseía su propia organización de masas, las que participaron de las acciones armadas, no solo de tipo urbano, sino en las militares como la fallida Ofensiva Final del 10 de enero de 1981. Descritas por sus propios jefes, el papel de los grupos de masas por fin aparece tal cual fue durante el conflicto salvadoreño.

Por último, el autor introduce la afirmación sobre las guerrillas del FMLN, en la cual se afirma que estos grupos no dependieron de la ayuda militar de los cubanos, nicaragüense y otros gobiernos para desafiar militarmente a la FAES. Es claro que el origen y el comienzo de la lucha armada a principios de los setenta, no dependió de la ayuda extranjera a los grupos subversivos salvadoreños pero es innegable que dicha ayuda militar (provisión de entrenamiento y armamento) fue la única que posibilitó el lanzamiento de la Ofensiva Final. solo hay que ver las fotos de las acciones rebeldes hacia 1979-80, en las que estaban armados con escopetas, revólveres y pistolas, y las acciones de la Ofensiva Final, donde ya se les puede ver con lanzacohetes RPG-2, lanzagranadas M-79, ametralladoras M-60, Broening 0.30, etc, etc.

La foto romántica de las guerrillas armadas con escopetas y pistolas desafiando al ejército ha sido desmentida y ya es insostenible. No aceptarlo es no querer ver una realidad histórica.

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