lunes, 25 de septiembre de 2017

NUESTROS AÑOS VERDE OLIVO


Fascinante obra que nos atrapa desde el inicio, el autor nos presenta su novela autobiográfica y nos comparte y devela una etapa que ha sido un rumor a voces sobre el fracaso de la revolución cubana y las mentiras que su dirigencia  blande frente al pueblo para perpetuarse en el poder. Que bien lograda la trama y desarrollo de lo que ahora ya se perfila como el gran fracaso de la revolución de los hermanos Castro en Cuba, ya ni los socialistas europeos le creen a los comandantes sus historias de oprimidos frente a los EUA.
La obra nos sumerge de lleno en la Cuba de los años sesentas y setentas, cuando un joven comunista chileno es deslumbrado por la belleza de una cubana a quién conoce en Alemania Oriental durante su exilio después de la caída de Allende en 1973. Sus iniciales argumentos tan contundentes desde el inicio de la obra se prestan a apresuradas conclusiones sobre uno de las dictaduras aclamadas por los comunistas criollos en toda Latinoamérica pero a medida que nos adentramos en sus páginas, se devela ante nuestros ojos la verdadera esencia de la dictadura castrista, su afirmación inicial, bien se corresponde con el epitafio final apara esta tiranía sino fuese porque aún sobrevive: " y también, al desencanto que siguió al entusiasmo inicial al ver que, contrariamente a lo que creíamos, la revolución de Fidel y los barbudos no era distinta de las que convirtieron a Rusia y a China Popular en las satrapías que sabemos".

Solo hay que leer las horribles descripciones de como a un pueblo se le despoja de sus creencias, sus costumbres sin mayor resistencia, la iglesia católica es proscrita porque, según los líderes del partido comunista cubano,"carecía de arraigo popular y, por ello, se había sumado a la contrarrevolución, quedando sin fieles y marginada del proceso". la ignominiosa papeleta de racionamiento de alimentos, en la cual, los funcionarios del partido habían, por decreto, elaborado una lista de los alimentos básicos y su debida proporción para cada familia cubana "cada 15 días recibía un truto de pollo, que podía sustituir, en caso de que la oferta lo permitiere, por igual peso de carne molida o bistec. Mensualmente me correspondía medio kilo de arroz, dos de chicharos y un trozo de mantequilla, un tubo de pasta dentífrica y un jabón. también podía disponer de un par de zapatos plásticos y un pantalón al año".
Todo ese sufrimiento, según la dirigencia del partido comunista, debido al bloqueo de los EUA. pero el autor nos presenta otra realidad para la nomenklatura cubana, es decir para aquellos que son cuadros fieles del partido comunista, sus funcionarios y acólitos. en sus fiestas y fastuosas celebraciones a los camaradas comunistas del mundo, invitados a celebrar con ellos su victoriosa revolución, les era dispensado el mejor manjar que podía servir un hotel extranjero de 5 estrellas, langostas, camarones de exportación, frutas exóticas y finas bebidas, todo desconocido al pueblo, que día a día soportaba las inclemencias de la naturaleza haciendo fila en las benditas colas frente a los almacenes y bodegas de entrega de alimentos racionados, mientras la nomenklatura y sus invitados se daban un festín a nombre de la revolución. Que enorme farsa la que ha vivido el pueblo cubano.
La obra nos entrega la aventura militar de los comunistas chilenos en Cuba, cuyos dirigentes deciden incorporar sus cuadros de militantes a las fuerzas armadas rebeldes cubanas, su ejército. Estos jóvenes se convertirán en la carne de cañón necesaria para Fidel de involucrarse en las guerras subversivas en el continente Americano sin despertar las represalias norteamericanas, ya que su intervención podría disimularse por la participación de combatientes internacionalistas en esas guerras, no de militares cubanos que podían comprobar su directa participación.
Muchos de estos jóvenes chilenos caerían en sus misiones internacionalistas en los campos de batalla de Angola, Nicaragua y El Salvador, sin una tumba que les recordase como chilenos, como esposos, padres, hermanos e hijos. Cuyas familias nunca sabrán donde cayeron o yacen sus restos, un triste final que sus dirigentes, claro esta, no compartieron. En fin, una apasionante lectura que debería ser obligatoria en los colegios y escuelas de nuestro continente, una obra de 456 páginas que no debe faltar en nuestras bibliotecas y leerla con nuestros hijos.

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