viernes, 29 de septiembre de 2017

LA DICTADURA MILITAR ARGENTINA Y EL GENOCIDIO EN CENTROAMÉRICA


Otro libro, cuyo autor, un militante de la izquierda argentina, escribe sobre sus memorias en aquella lucha y su papel en la organización de la radio noticias del continente, que desde Costa Rica inician sus operaciones de información "imparcial" para los pueblos oprimidos del mundo. Esta militancia a marcado la visión romántica que plasmada a lo largo de su obra nos explica sus razones y disculpas sobre una de las etapas más controvertidas que se vivieron en Centroamérica, en éste caso, de Costa Rica como campo de batalla no solo de las guerras que asolaron nuestra región, sino de la misma Guerra Fría que nos copó en sus accidentes.
Cada persona tiene derecho a plasmar su propia visión de su papel en los hechos que les paresca compartir con sus lectores, lo que siempre he criticado es la costumbre de algunos autores, que perdura hasta nuestros días, de forzar las realidades que vivieron en sus propios países (ciertas o no) a la realidad de los conflictos que asolaron nuestra región. Afirmaciones como "La presencia de grupos de asesores militares argentinos en Centroamérica, se fue transformado poco a poco en un traslado MASIVO (el énfasis es mío) de tropas del Ejército, la Marina y los servicios civiles de inteligencia, quienes trasladaron toda la metodología de la guerra sucia y participaron en forma directa en la represión de los sectores sociales".
hasta se afirma en la obra, que embarcaciones de la prefectura naval argentina patrullaron las costas salvadoreñas del Golfo de Fonseca. Cuál es la base de tal afirmación, la impresión propia del autor y sus propias deducciones e interpretaciones de documentos citados en la obra, válido hasta cierto punto, la cuestión es que ya han suficiente evidencia de cual fue el papel de Argentina en Centroamérica a finales de los años setentas y principios de los ochentas.

Sin embargo, debo aclarar que la mayor presencia de militares argentinos se dio en Honduras, donde se asentarían las principales bases de operaciones y logística de la resistencia nicaraguense, conocidos como Contras y en menor medida en Guatemala, a cuyo ejército prestaron valiosa asesoría en el campo de la inteligencia. éste no sería el caso salvadoreño, peses a que el autor se empeña en afirmar que tropas de combate argentinas operaron en suelo salvadoreño en operaciones de contrainsurgencia tan temprano como a finales de 1979, solo me recuerda las afirmaciones del comandante Marcial de las FPL, cuando para justificar su derrota en Octubre de 1981, en Chalatenango, afirmara que cerca de 1,000 soldados Kaibiles guatemaltecos cruzaron la frontera para apoyar al ejército salvadoreño en esa operación.
Cuando un autor se precia de haber realizado una investigación académica para escribir un libro, es evidente lo tendencioso que resulta hablar de un tema, que quizás, en mi juicio, el autor desconoce por completo. Creo que hasta los ex-miembros del FMLN ya no defienden esas afirmaciones de la época de la guerra por inverosímiles. Decir que cientos de tropas argentinas combatieron en nuestro conflicto es no tener ni idea de como se desarrolló nuestra guerra.
Esta práctica de estudiosos argentinos y militantes de izquierda, no es cosa del pasado, hay un renovado interés en la actualidad por vincular de alguna forma la lucha en Argentina con la acontecida en El Salvador, académicos como Lucrecia Molinari, que presento su trabajo en San Salvador sobre los escuadrones de la muerte argentinos y su conexión con El Salvador, siguen defendiendo una actuación de los cuerpos de seguridad salvadoreños calcada de los mismos cuerpos argentinos y que también extienden al ejército, pese a que en sus "estudios"no aportan mayores pruebas de sus conclusiones o afirmaciones, esto no les impide afirmarlas.
Nadie va a negar la participación argentina en nuestra guerra, participación que se limito a la venta de armas, el entrenamiento de oficiales salvadoreños en las diferentes escuelas de guerra del país sudamericano y el envío de especialistas, sobre todo a fines de los años setentas, expertos en inteligencia e interrogatorios, cuyos conocimientos fueron impartidos mayormente en los CUSEP. Esta pequeña misión de especialista (no se sabe con exactitud su número pero que he calculado en no mayor a una docena) se retiraron en 1981, cuando los EUA asumieron la renovación de la ayuda militar y con ella, el envío de asesores militares.
La lectura de la obra, sin embargo, es recomendable por una razón, la descripción de las operaciones de Montoneros y el ERP argentino en Costa Rica y sobre todo, la forma en que se organizó el puente logístico para la guerrilla salvadoreña por tierra, mar y aire, el establecimiento de campos de entrenamiento en el mismo país para formar a los líderes y combatientes del FMLN y el papel que en ello jugaron los cubanos y argentinos. Son 209 páginas divididas en 13 capítulos que se deberán leer entre líneas.

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