Un libro del que no esperaba mucho, sin embargo sus páginas develaron una conexión permanente con la historia de nuestra américa, una repetición constante de los intentos políticos de perpetuarse en el poder y justificarse ante el mundo, gritando a los cuatro vientos su aclamación popular cuando los alcances de la ley no pudieron seguir estirandose más. La dictadura de Martínez abrió paso a los gobiernos autoritarios de nuestro país, pero también, respondio a las corrientes políticas de su época, Franco en España, Mussolini en Italia y Hitler en Alemania marcaron el ascenso de los gobiernos fascistas y nacionalistas. Todos ellos recurrieron a la formula de la aclamación popular para justificar su asalto al poder sin las armas, y una vez hechos con sus gobiernos, dinamitaron la democracia desde adentro.
El autor de la presente obra, recorre ese camino histórico para presentarnos el ascenso de la dictadura salvadoreña, su punto algido y al mismo tiempo su cenit. Una escalofriante senda recorrida a partir del derecho constitucionalista y su permanente búsqueda (por parte de la dictadura) de una justificante para superarla. Al leerla, nos aparece con total claridad los caminos que diversos regímenes a lo largo de nuestra américa, tomaron, pra ce un guión histórico continuamente repetitivo, con sus salvedades locales, pero diafanamente predictivo. Es como ir al teatro y saber cual es el final de la obra, pero quedar atrapado en su trama.
En sus 230 páginas, divididas en diez capítulos, el autor nos lleva por esa senda ascendente de la dictadura, el contexto que la alimente o detiene, el papel de las élites en su ascenso y permanencia y la lucha, al principio imperceptible pero luego como huracán que derriba hasta la dictadura más encumbrada. Aunque falta de la narrativa policial o periodistica, el formato en que se nos presenta el libro es un tanto insípida, sin los bemoles de la trama de suspenso. Atrapada en el derecho constitucional, a veces se nos presenta como repetitiva y cansada de seguir, un tanto desabrida dirían otros.
Su recuento de las dinámicas en la Asamblea Legislativa estan faltas de mayor detalle pero recogen el meollo del asunto, la búsqueda de la validez en el derecho, de la continuación de los dictadores, como únicos seres capaces de conducir los destinos de una nación. Como curiosidades de esa época, nos encontramos con el momento histórico en que El Salvador fue el segundo y único país, fuera del Japón, que reconoció el gobierno títere del Manchukuo (impuesto por el Japón imperial), y que al volverse las tornas en contra de los paises que luego conformarían el Eje (Alemania, Italia y Japón), el gobierno de Martínez se vería obligado a renegar de dicho reconocimiento. Una nota al pie de nuestra historia diplomática.
La obra que nos ocupa, es por derecho propio, parte de nuestra historia pero también una advertencia de nuestro futuro. El autor con diafana clarividencia nos regla un estudio jurídico de una de las dictaduras latinoamericanas más emblemáticas y poco estudiada. Debería ser de obligatoria lectura y estudio en nuestros colegios y universidades y claro, se las recomiendo de todo corazón, pues es una lectura imperdible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario